El silencio de alguna manera se asemeja a la muerte, ¿Pero a la muerte de qué?
¿A la muerte del vínculo con las personas? ¿A la muerte de ya no saber lo que sentimos?
Por que el silencio es el primer recurso
donde se busca aparentemente un refugio de guardar, de esconder lo que sucede, de ocultar lo que pensamos y sentimos ¿Por que hay tanto miedo de hablar?

Las comunidades que más se comunican y expresan entre ellos(a) lo que les ocurre, los problemas que suceden en la rutina diaria del trabajo, es una comunidad más sana, donde por lo menos hay conocimiento claro de lo que acontece y por lo mismo resulta más fácil abordar los problemas y los conflictos que se dan a nivel interpersonal y a nivel personal. Saber lo que ocurre, saber la verdad, conocer los problemas, calma la angustia entre sus miembros, evita que cada uno eche a volar su imaginación y construya circunstancias que tal vez ni existen, por eso
“saber” siempre es mejor que: “no saber”. La verdad por más dura que sea, se tolera aunque duela, aunque enoje y entristezca, pero es tener el control de lo que ocurre. El silencio nos desconecta del mundo y por ende nos desconectamos de nosotros mismos, de lo que sentimos y de lo que nos preocupa y sobre todo de lo que somos y quienes somos. El silencio es el vació, es la nada y es lo que más nos aleja del amor, del amor al prójimo y del amor a Dios. El silencio nos aproxima a la inexistencia y a la oscuridad, que se funde en el dolor y
que como personas con autoconocimiento, sería fundamental que trasmitieran la sensación de “
vida” y por ende del amor y
solo hablando y por medio de la palabras es que uno hace real lo que callamos dentro.
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