Artes de Entrenamiento...

- - - - - " En la actualidad Respuesta Existencial, es una propuesta de acompañamiento desde la logoterapia, en forma personalizada para descubrir tu sentido vital. La educación de la Conciencia, a través de la Acción, es un proceso que sostenemos para pequeños grupos, en ámbitos educativos, o laborales. En cada acción, ofrecemos una respuesta al mundo. Somos llamados a responder desde nuestra existencia. La práctica engendra el autoconocimiento y el desarrollo del liderazgo. Promovemos una sociedad sin espíritu de provecho, basada en la “Sabiduría de la no dualidad”....Armónica, ética, íntegra y comprometida con la comunidad global." - - - - -

lunes, 27 de agosto de 2012

Nazuna. ¿Aceptas o resistes?

El siguiente artículo está compilado de diferentes fuentes y de las Conferencias sobre Budismo Zen de D. T. SUZUKI sobre budismo Zen y psicoanálisis, que se realizaron en la Escuela de Medicina de la Universidad de México, en agosto de 1957, en Cuernavaca.
Cualquier psicólogo, aún hace veinte años, se habría sorprendido mucho —o se habría escandalizado—al descubrir entre sus colegas cierto interés por un sistema religioso “místico” como el budismo Zen.
Le habría sorprendido aún más el descubrir que la mayoría no sólo estaba “interesado” sino profundamente preocupado por el tema. La razón para resumirlos brevemente, se encuentran en el desarrollo de la teoría psicoanalítica, en los cambios que se han producido en el clima intelectual y espiritual del mundo occidental y en la obra del doctor -  鈴木 大拙 貞太郎 Suzuki Daisetsu Teitarō; he rendered his name "Daisetz" in 1894), quien, mediante sus libros, sus conferencias y su personalidad, ha acercado el budismo Zen al mundo occidental....Esto se refiere no sólo a mi comprensión del Zen, sino también a ciertos conceptos psicoanalíticos, por ejemplo los problemas de lo que constituye el inconsciente, la transformación del inconsciente en consciente y la finalidad de la terapia psicoanalítica. Erich Fromm.
Nazuna
Cuando miro con cuidado
¡Veo florecer la Nazuna
Junto al seto!
Es probable que Basho (1644-94), un gran poeta japonés del siglo XVII, compuso el poema que antecede de diecisiete silabas conocido como Haiku.fuera caminando por el campo cuando observó algo junto al seto (cerco). Se acercó entonces, lo miró detenidamente, y descubrió que era nada menos que una planta silvestre, insignificante y generalmente inadvertida por los caminantes. Este es el hecho simple que el poema describe, sin que se exprese en ningún momento un sentimiento específicamente poético, a no ser quizá en las dos últimas silabas, en japonés kana. Esta partícula, ligada con frecuencia a un nombre, un adjetivo o un adverbio, significa cierto sentimiento de admiración, elogio, tristeza o alegría, y puede vertirse en ocasiones justamente a otras lenguas mediante un signo de admiración. En este haiku todo el verso termina con este signo. El sentimiento que prevalece en las diecisiete, o más bien quince, sílabas y el signo de admiración al final quizá no sea comunicable para quienes no conocen el idioma japonés. Trataré de explicarlo lo mejor posible. El poeta mismo podría no estar de acuerdo con mi interpretación, pero esto no importa mucho si sabemos que cuando menos hay alguien que lo entiende lo mismo que yo. En primer lugar, Basho era un poeta de la naturaleza, como lo son la mayoría de los poetas orientales. Aman tanto la naturaleza que se sienten uno con ella, sienten todos los latidos de las venas de la naturaleza. La mayoría de los occidentales tienden a separarse de la naturaleza. Piensan que ésta y el hombre nada tienen en común a no ser algunos aspectos deseables y que la naturaleza sólo existe para ser utilizada por el hombre. Pero para los orientales, la naturaleza está muy cercana.
D. T. Suzuki
Este sentimiento por la naturaleza surge al descubrir Basho una planta nada llamativa, casi despreciable, que florecía junto al viejo seto descuidado, al lado del remoto camino campestre, tan inocentemente, tan sin pretensiones, sin desear ser advertida por nadie. 
Y sin embargo, cuando se la mira, ¡qué tierna, qué llena de gloria y de esplendor divino aparece, más gloriosa que Salomón! Su humildad misma, su belleza sin ostentación, provoca la admiración sincera. El poeta puede leer en cada pétalo el más profundo misterio de la vida o del ser. Basho pudo no tener conciencia de ello, pero estoy seguro que en su corazón, en ese momento, vibraba un sentimiento parecido a lo que los cristianos llaman amor divino, que alcanza las mayores profundidades de la vida cósmica.
Las alturas del Himalaya pueden provocar en nosotros un sentimiento de temor sublime; las olas del Pacífico pueden sugerimos algo de infinitud. Pero cuando la propia mente se abre poética, mística o religiosamente, se siente, como Basho, que en cualquier tallo de hierba silvestre hay algo que trasciende de hecho todos los sentimientos humanos venales y bajos, que nos eleva a un nivel semejante en esplendor al de la Tierra Pura. La magnitud no tiene nada que ver en estos casos. A este respecto, el poeta japonés tiene un don específico que le permite descubrir algo grande en las pequeñas cosas, algo que trasciende todas las medidas cuantitativas. Tal es el Oriente.
Veamos ahora qué puede ofrecer Occidente en una situación semejante. Escojo a Tennyson. Puede que no sea un típico poeta occidental, que debe ser seleccionado para compararlo con el poeta del Lejano Oriente. Pero el corto poema que citarnos tiene algo muy cercano al de Basho. El poema dice así:
Flor en el muro agrietado,
te arranco de las grietas;
te tomo, con todo y raíces, en mis manos,
florecilla -pero si pudiera entender
lo que eres, con todo y tus raíces y, todo en todo,
sabría qué es Dios y qué es el hombre.
Hay dos puntos que quiero subrayar en estas líneas:
1. El hecho de que Tennyson arranca la flor y la sostiene en sus manos, “con todo y raíces” y la mira, quizá intensamente. Es muy probable que experimentara un sentimiento parecido al de Basho, quien descubrió una flor de nazuna en el seto, al borde del camino.
Pero la diferencia entre los dos poetas es que Basho no arranca la flor. La mira simplemente. Está absorto en sus pensamientos. Siente algo en su espíritu, pero no lo expresa. Deja que un signo de admiración diga todo lo que quiere decir. Porque no tiene palabras para expresarlo; su sentimiento es demasiado pleno, demasiado profundo y no quiere conceptuarlo.Tennyson, en cambio, es activo y analítico. Primero arranca la flor del lugar donde crece. La separa de la tierra a la que pertenece. A diferencia del poeta oriental, no deja quieta a la flor. Tiene que arrancarla de la pared agrietada, “con todo y raíces”, lo que significa que la planta debe morir. No le importa, al parecer, su destino; su propia curiosidad debe quedar satisfecha. Como algunos científicos, quiere hacer la disección de la planta. Basho ni siquiera toca la Nazuna, simplemente la mira, la mira con “cuidado”. Eso es todo.
Quiero subrayar este punto aquí, y puede que tenga ocasión de volver a referirme a ello.
Oriente es silencioso, mientras que Occidente es elocuente. Pero el silencio oriental no significa sencillamente ser mudo, y quedarse sin palabras o sin habla. El silencio es, en muchos casos, tan elocuente como las palabras. Occidente gusta del verbalismo. No sólo eso. Occidente transforma la palabra en carne y hace que esta encarnación se muestre algunas veces demasiado o, más bien, demasiado burda y voluptuosamente, en sus artes y religión.
2. ¿Qué hace después Tennyson? Mirando la flor arrancada, que probablemente empieza a marchitarse, se formula interiormente la pregunta: “¿Te entiendo?” Basho no se muestra inquisitivo en absoluto. Siente que todo el misterio se revela en su humilde Nazuna, el misterio que ahonda en la fuente de toda existencia. Se siente embriagado por este sentimiento y lo expresa en mi grito inefable, inaudible. A diferencia de esto, Tennyson sigue con su reflexión: “Si pudiera entender lo que eres, sabría qué es Dios y qué es el hombre.” Su llamado al entendimiento es característicamente occidental. Basho acepta, Tennyson resiste. La individualidad de Tennyson permanece aparte de la flor, de “Dios y el hombre”. No se identifica ni con Dios ni con la naturaleza. Permanece siempre aparte de ellos. Su conocimiento es lo que ahora llaman “científicamente objetivo”. Basho es completamente “subjetivo”. (Ésta no es la palabra adecuada, porque siempre se opone el sujeto al objeto. Mí “sujeto” es lo que me gusta llamar “subjetividad absoluta”.) Basho permanece en esta “subjetividad absoluta”, en la cual Basho contempla Nazuna y la Nazuna contempla a Basho. No hay empatía, ni simpatía, ni identificación.
Erich Fromm
Basho dice: “miro con cuidado” (en japonés “yoku mireba”). Las palabras “con cuidado” implican que Basho no es ya un observador, sino que la flor ha cobrado conciencia de sí misma y se expresa silenciosa y elocuentemente. Y esta elocuencia silenciosa o silencio elocuente por parte de la flor encuentra un eco humano en las diecisiete sílabas de Basho.
Sean cuales fueren la profundidad de sentimiento, el misterio de la expresión y aún la filosofía de la “subjetividad absoluta” que en ellas haya, son inteligibles para los que han experimentado realmente todo esto. En Tennyson, hasta donde yo puedo juzgarlo, no hay en primer lugar una profundidad de sentimiento: es todo intelecto, lo que resulta típico de la mentalidad occidental. Es un partidario de la doctrina del logos. Tiene que decir algo, tiene que abstraer o intelectualizar su experiencia concreta. Tiene que salir del campo de los sentimientos al campo del entendimiento y debe sujetar la vida y el sentimiento a una serie de análisis para satisfacer el espíritu occidental de investigación. Al compararlos descubrirnos que cada uno expresa su trasfondo tradicional. Según esto, la mentalidad occidental es: analítica, selectiva, diferencial, inductiva, individualista, intelectual, objetiva, científica, generalizadora, conceptual, esquemática, impersonal, legalista, organizadora, impositiva, autoafirmativa, dispuesta a imponer su voluntad sobre los demás, etc. Frente a estos rasgos occidentales
los de Oriente pueden caracterizarse así: sintética, totalizadora, integradora, no selectiva, deductiva, no sistemática, dogmática, intuitiva (más bien afectiva), no discursiva, subjetiva, espiritualmente individualista y socialmente dirigida al grupo.
Reenviá este artículo, podría servirle a alguien como vos.

domingo, 5 de agosto de 2012

Lograr la "Individualidad" en 3 pasos.

El Shodō (書道) que significa "El camino de la escritura" se considera un arte y una disciplina muy difícil de perfeccionar y se enseña como una materia más a los niños japoneses durante su educación primaria.
En el Shodō se practica la escritura de caracteres japoneses o alfabetos Hiragana (平仮名) usados para escribir fonéticamente las palabras comunes y el Katakana (片仮名), usado para palabras extranjeras o modernas y los caracteres Kanji (漢字) son en sí ideogramas, símbolos que representan una cosa o una idea, no son, por tanto, palabras en el sentido occidental
El camino de la escritura es una vía de introspección, se trata de una actividad cotidiana, aprender a escribir, convertida en arte, lo que conlleva necesariamente la implicación personal del calígrafo, la mirada hacia el interior para, posteriormente, realizar su obra. El pincel, flexible y adaptable, es la prolongación viva de uno mismo. El trazo fluido, natural, sin violencias y sin correcciones confiere al Shodō su peculiaridad principal: el trazo "imperfecto". Si es espontáneo posee un valor incalculable; si se corrigiera, la tinta al secarse delataría la enmienda haciendo inservible la obra.
La historia que narra Suien Wada*, nos inspira un paso más. ¿Qué hay detrás del Shodō? ...Durante la mitad de mi vida me he sustentado en dos “caminos” tradicionales japoneses que siempre me han guiado por el camino correcto. Me gustaría explicar cómo estos dos “caminos” o do, me han permitido mantener mi identidad japonesa incluso aunque viviera lejos de Japón. Uno es el Shodō y el otro es el Kendo (arte japonés de espada).
Nací en Osaka, Japón, y durante mi infancia allí fui bastante consciente no sólo de la importancia de escribir caracteres legibles en la escuela, sino también de cómo estos caracteres pueden escribirse bellamente. Debido a este conocimiento, fui estudiante del Maestro (shihan) Yamanaka Shuho desde la edad de seis años. Este tipo de conocimiento de la belleza parece haberse perdido y me he quedado muy sorprendida de que los occidentales no comparten mayormente este sentido de la belleza. En Japón, cada domingo por la mañana solía acudir a mi Maestro para aprender caligrafía básica durante dos o tres horas, y seguí este “camino” tradicional de aprendizaje hasta que tuve 29 años. La práctica de caligrafía con mi Maestro era escribir caracteres modestamente, siguiendo únicamente su modelo. Tener éxito consistía en escribir los caracteres exactamente como lo hacía el Maestro. Mi Maestro era un típico japonés de pocas palabras, por lo que no me explicaba los detalles o analizaba su técnica. Por tanto, yo solía mirar detenidamente su modelo, su movimiento de la mano y muñeca derechas, su movimiento del pincel y el ritmo de su escritura.Mirar” u “observar” era todo el método de aprendizaje, y la carga se situaba en el estudiante para aprehender la instrucción a través del ejemplo.
Ahora vivo en Canadá y tengo estudiantes de caligrafía. Un estudiante siempre dice que no puede hacer caligrafía sin entender su lógica, creyendo que el observar bien mi modelo no será suficiente. De esta manera me pide que le explique las cosas con palabras. Pero en cualquier lección, “observar” es realmente la mejor manera de recibir instrucción, y es mucho más probable que esto guíe hacia la inspiración que escuchar alguna razón para proceder de una cierta manera. De hecho, el mirar al maestro trabajando era siempre más apasionante. Ahora, déjame trasladarme a mi segundo do, que es el Kendo. Cuando estudiaba en el colegio, mi actividad habitual después del colegio era la práctica del Kendo. La disciplina en mi club era muy dura y severa, no sólo en términos de ejercicio físico, sino también respecto a las relaciones humanas entre los mayores (senpai) y los más jóvenes (kohai). En particular, éramos muy cuidadosos de utilizar el saludo y un lenguaje correcto con nuestros mayores. En aquella época, a través de mi Kendo, aprendí cortesía hacia los demás y severidad hacia mí misma. El lema de nuestro club de Kendo era “Shitsu jitsu goken”, que puede traducirse como “es importante enriquecerse mentalmente y estar robusto físicamente”. Ahora que me he convertido en una calígrafa profesional, escribo a menudo este lema como si fuese mío propio.
Shodō
Tanto mi abuelo como mi padre practicaban Kendo, aunque cuando mi padre era niño, el Kendo fue prohibido durante la ocupación norteamericana. Después de madurar, quedó fascinado por el libro de  Ōmori Sōgen  (1904-1994), que era un Gran Maestro del manejo de la espada (Jiki Shin Kage-ryu), y también un famoso calígrafo japonés. Mi padre comenzó un intercambio con este Gran Maestro, quien le ofreció como regalo de gratitud dos caligrafías. En uno de esos manuscritos  Ōmori Sōgen había escrito el carácter kosei (“individualidad”). Mirando su caligrafía, sentí algo diferente que cuando miraba la caligrafía que yo había aprendido. De hecho, tenía dificultades para entender por qué había escogido estas palabras en concreto. En aquel momento, pensé que miraba el mundo a través de ojos filosóficos debido a su Kendo, permitiéndole alcanzar su santuario y realizar su caligrafía.
Ōmori Sōgen
Cuando dejé Japón, tuve un problema. Había dejado a mi Maestro en Japón, por lo que tenía que escribir sin su modelo. Encontrar mi propio enfoque personal, individual, y lo que había recibido tras estudiar sólo me proporcionaba la base. Después de cuatro años como calígrafa profesional, empecé a dominar mi propio estilo.Vertí mi alma en esta armonización. Poniendo todos mis otros pensamientos fuera de mi mente, pude conseguir un estado de perfecta auto-negación. Si esperaba lograr demasiado, no podría conseguir dicho estado. Con esta comprensión, empecé a entender los caracteres kosei de la caligrafía que Ōmori Sōgen había escrito para mi padre. Mi interpretación personal del significado del carácter “individualidad” fue “ser yo misma”.
A veces visito un dojo y también asisto a torneos de karate en Canadá. Los occidentales trabajan muy duro, y me sorprende que dominen las habilidades en periodos tan cortos. Pueden conseguir física y técnicamente el mismo nivel que los japoneses en un plazo relativamente rápido. El siguiente paso que no se domina tan rápido es el ejercicio mental. Como mencioné anteriormente, un arte marcial no es sólo un deporte físico, sino que también tiene un aspecto sagrado y conectado con el “Zen”, un estado religioso. En un dojo la práctica de seiza (sentado sobre los talones), meditando con los ojos cerrados, y cuestionándose uno mismo, es indispensable en el entrenamiento de las artes marciales.Para ser un gran artista marcial, la madurez humana es el aspecto principal a evaluar.
Un lema aplicable a la artes marciales es shu-ha-ri. Este proverbio proviene de la ceremonia japonesa del té. Shu se traduce a menudo como “obedecer a tu maestro” o “imitar a tu maestro”. Es un periodo de aprendizaje elemental. Ha significa “romper”, o “romper con la tradición”, i.e. encontrar tu propio estilo, o individualidad o nuestra mágica forma de expresar nuestro "Ser". Ri significa “dejar” a tu profesor y avanzar hacia tu propio estado, estilo, y camino. Lo más importante es encontrar a un buen maestro y completar el nivel shu, el resto es la vida y su práctica...*

*Ōmori Sōgen Roshi es considerado uno de los más grandes maestros zen del siglo 20. Era un sucesor directo en la línea de Tenryuji de Rinzai Zen, un sucesor en la escuela de la caligrafía de Taishi Yamaoka Tesshu, y un maestro de esgrima Jikishinkage Ryu.
Ōmori Sōgen
Después de convertirse en sacerdote en 1946, enseñó Zen Roshi Omori hace más de 40 años, sirviendo como presidente de la Universidad de Hanazono (la universidad Rinzai en Japón), escribió más de 20 libros y fue fundador del monasterio Seitaiji en Japón.
Debido a sus antecedentes como un maestro de la espada y la caligrafía, su estilo de puntos de vista de entrenamiento Zen integrados de estas disciplinas con la práctica tradicional: se puede resumir como la unidad de Zen, Ken y Sho - literalmente, el Zen (espiritualidad), la Espada (artes marciales o físicas cultura) y el pincel (bellas artes). Esta forma de capacitación, único por su aspectos integrados de espíritu, cuerpo, y corazón.
Fuente. Revista de Artes Marciales Asiáticas ◊ Volumen 3 Número 4 (62-65) - 2008 (por el testimonio de ... *Suien Wada, adaptado al blog)



*Shuhari se podría traducir como "aprenden por primera vez, separar a continuación, y por fin trascender."

  • Shu ( 守? ) "proteger", "obedecer" - la sabiduría tradicional - los fundamentos de aprendizaje, técnicas heurísticas , proverbios.
  • Ha( 破? ) "separar", "digresión" - rompiendo con la tradición - el desprendimiento de las ilusiones de uno mismo.
  • Ri ( 离? ) "salir", "independiente" - la trascendencia - no existen técnicas o proverbios, todos los movimientos son naturales, convirtiéndose en uno con el espíritu solo, sin aferrarse a las formas, que trasciende lo físico.