Artes de Entrenamiento...

- - - - - " En la actualidad Respuesta Existencial, es una propuesta de acompañamiento desde la logoterapia, en forma personalizada para descubrir tu sentido vital. La educación de la Conciencia, a través de la Acción, es un proceso que sostenemos para pequeños grupos, en ámbitos educativos, o laborales. En cada acción, ofrecemos una respuesta al mundo. Somos llamados a responder desde nuestra existencia. La práctica engendra el autoconocimiento y el desarrollo del liderazgo. Promovemos una sociedad sin espíritu de provecho, basada en la “Sabiduría de la no dualidad”....Armónica, ética, íntegra y comprometida con la comunidad global." - - - - -

sábado, 28 de mayo de 2011

Sumimasen.

Cuando volví a mi país, (ver nota al pie) después de vivir algunos años en el Japón, me dedique a la difícil misión de transmitir lo que más me impresionó del pueblo japonés: "Kokoro". Kokoro, o shin, significa "corazón-mente-esencia". Cómo educar personas a tener la sensibilidad suficiente para salir de sí mismas, de sus necesidades personales y colocarse al servicio y disposición del grupo, de las otras personas, de la naturaleza ilimitada? Otra palabra es "gaman": aguantar, soportar. Educación para ser capaz de soportar las dificultades y superarlas. Así, los eventos del 11 de marzo en el nodeste japonés sorprendieron al mundo de dos formas: la primera por la violencia del tsunami y de los varios terremotos, así como de los peligros de la radiación de las plantas nucleares de Fukushima; la segunda por la disciplina, el orden, la dignidad, la paciencia, la honra y el respeto de todas las víctimas. Filas de personas pasando baldes llenos y vacíos de una piscina para los baños. En los refugios la sorpresa de las periodistas norteamericanas: nadie queria sacar ventaja sobre nadie, compartían cobijas, alimentos, dolores, nostalgias, preocupaciones, masajes. Cada cual se mantenia en su área; los niños no hacían desorden, no corrían y gritaban sino que se mantenían en el espacio que la familia había reservado. No se "colaban" en la fila para atención médica -cuantas personas necesitando de remedios perdidos !! - sino que esperaban su turno también para recibir agua, usar el teléfono, recibir atención médica, alimentos, ropa y sinceros baldes con poquisima agua para calentar sus pies helados por el invierno. Compartían también el resfriado, la falta de agua para higiene personal y colectiva, el hambre, la tristeza, el dolor, las pérdidas de verduras, leche, la muerte. En los supermercados, llenos y vacíos de alimentos, no hubo robos; hubo resignación a la tragedia y el agradecimiento por lo poco que recibían. Enseñanzas de Buda, hoy enraizadas en la cultura y llamadas "kansha no kokoro": corazón de gratitud. "Sumimasen" es otra palabra clave: disculpe, siento mucho, con permiso... algunas veces parecía que las personas pedían disculpas por vivir: "disculpe causar preocupación", "disculpe incomodar", "disculpe necesitar hablar con usted o tocar su puerta", "disculpe por mi dolor, por mis lágrimas, por mi pasaje, por la preocupación que estamos causando al mundo"... Sumimasem.
Cuando tenemos humildad y respeto pensamos en los demás, en sus sentimientos, en sus necesidades. Cuando cuidamos de la vida como un todo, somos cuidados y respetados. Lo contrario no es verdad: si pienso primero en mí y sólo cuido de mí, perderé. Cada uno de nosotros, cada una de nosotras, es el todo manifestado. Siguiendo las transmisiones en la TV y en Internet pude presentir la atención y el cuidado de los reporteros con la audiencia: mostrar la realidad sin ofender, sin confundir, sin causar pánico. Las víctimas encontradas, vivas o muertas, eran gentilmente cubiertas por los grupos de rescate y delicadamente transportadas - sea para las tiendas de campaña del ejército, que servían de hospital, sea para las ambulancias, helicópteros, barcos, que los llevarían a hospitales. 
Análisis de la situación por especialistas, informaciones incesantes a toda la población por los oficiales del gobierno y la noción bien establecida de que "somos un pueblo y un solo pais".
Llamé varias veces a los templos por donde pasé durante mi estadía en el Japón, y también recibí llamadas. Me hablaban del exageración de las noticias internacionales, de la confianza en las soluciones que serían encontradas, y todos me pedían que no cancelara nuestro viaje en julio próximo.
Aprendemos con esta tragedia lo que Buda enseñó hace dos mil quinientos años: la vida es transitoria, nada es seguro en este mundo, todo puede ser destruido en un instante y reconstruido nuevamente. 
Sumimasen por las obras.
Reafirmando la ley de la causalidad podemos percibir como todo está interligado y que nosotros los humanos no somos y jamás seremos capaces de salvar la tierra. El planeta tiene su propio movimiento y vida. Estamos en la superficie, en la cascarita más delgada. Los movimientos de las placas tectónicas no tiene nada que ver con sentimientos humanos, con divinidades, venganzas o castigos. Lo que podemos hacer es cuidar de la pequeña capa productiva de la tierra, del agua, del suelo y del aire que respiramos. Y eso ya es un trabajo y tanto!! Aprendemos con el pueblo japonés que la solidaridad lleva al orden, que la paciencia lleva a la tranquilidad y que el sufrimiento compartido lleva a la resconstrucción. Ese ejemplo de solidaridad, de bravura, de dignidad, de humildad, de respeto a los vivos y a los muertos quedará grabado en todos los que acompañaron los eventos que subsiguieron al 11 de marzo. Mis oraciones, mis respetos, mi ternura y mi inmensa tristeza en testimoniar tanto sufrimiento y tanto dolor de un pueblo que aprendí a amar y a respetar. Había personas conocidas suyas en la tragedia? me preguntaron. Y solo puedo decir: todas. Todas eran y son personas de mi conocimiento. Con ellas aprendi a orar, a tener fe, paciencia y persistancia. Aprendí a respetar mis antepasados.
"Mientras no tengamos un mundo justo, hagamos uno solidario"
Nota..En el idioma japonés hay decenas formas para pedir perdón, la más conocida es “Sumimasen” (“Perdón/Lo siento”). Pero el sentido de “Sumimasen” no es exactamente el mismo que “Perdón” para nosotros. Nosotros usamos “Perdón” normalmente para indicar que lo sentimos por algo que nosotros hemos hecho mal. En el caso de “Sumimasen” se usa para relajar la tensión en una conversación, es como un indicador de que estás entendiendo los sentimientos de la otra persona. El sentido de “Sumimasen” en japonés es más parecido al que vemos por ejemplo cuando decimos “Lo siento mucho la muerte de tu perro”, no es nuestra culpa que el perro muera pero de esta forma estamos dando a entender que entendemos los sentimientos de la otra persona.
Estas líneas fueron enviadas desde Brasil, por una persona amiga. Nos pareción oportuna su publicación ya que estuvieron estos comentarios en distintos medios y esta carta expresa muy bien en su contenido. El pensamiento olvidado que en general tenemos sobre nuestro dolor, nuestro compromiso con los demás. El que tenga oídos para oír...Si esta nota puede servirle a otra persona, enviala mencionando su fuente, gracias. www.kiai-ac.blogspot.com

sábado, 21 de mayo de 2011

¿Cuales son tus maridos?

Si la mujer samaritana agarrara nuestra mano ¿qué nos diría y hacia dónde nos llevaría? Seguramente nos propondría que la acompañáramos hasta el pozo de Jacob y nos contaría cómo llegó allí con el cántaro vacío de sus carencias y dispersiones, pero que ello no supuso ningún obstáculo para que el hombre que la esperaba realizara en ella su obra. Y que, si algo aprendió allí de Jesús, es que él no se detiene ante nuestras resistencias y aferramientos busca en nosotros ese "punto de fractura" en el que emerge nuestra sed más honda, como si estuviera convencido de que sólo un deseo mayor puede relativizar los pequeños deseos. Quizá por eso dejó que ella fuera expresando ante él sus prejuicios, sus resistencias y sus recelos, hasta que emergió el anhelo de vida que se escondía en su corazón, y entonces él "tiró" de aquel deseo: "Si conocieras el don de Dios..." Sin lo primero, ella no habría llegado a reconocer sus insatisfacciones; sin lo segundo, la habría dejado marchar con su cántaro lleno de un agua que no calmaba la sed.....Y sobre su experiencia misionera con los de su pueblo, podría hablarnos de cuáles fueron sus estrategias para llevarlos hacia Jesús: había aprendido también de Él a hacerse experta en humanidad, a conectar con los deseos dormidos en el fondo de cada uno y a buscar esos "puntos de fractura"  Pero que para esa misión es mejor que se retiren las "individualidades-realizadas-profesionalmente y ocupadas-en-compromisos-espiritualmente-inofensivos" porque sólo los "buscadores de pozos" capaces de aproximarse y "tocar", de perder tiempo y perforar apariencias, pueden ayudar a otros a alumbrar el manantial que los habita. Trataría de convencernos de la importancia de acompañarnos y a lo mejor hasta se atrevería a preguntarnos los nombres de nuestros maridos, de esas realidades con las que pactamos y que nos apartan de nuestro Centro:
- el marido de la "necedad desinformada y conformista" que nos hace creer que la situación del mundo no tiene remedio ("son las leyes de una economía de mercado...", "es el precio a pagar por el avance tecnológico...") y que lo más sensato que podemos hacer es acomodarnos a lo que hay.- el "marido neoliberal y consumista" que nos arrastra hacia un engañoso modo de ser "como todo el mundo", nos crea necesidades crecientes de confort y consigue que nos parezca lo normal estar situarnos en un cómodo centro, alejados de cualquier riesgo y camuflando como "prudencia" la resistencia a todo lo que amenace desinstalarnos. A fuerza de vivir así, la "chispa de locura" que movilizó nuestras vidas hacia el seguimiento de Jesús se apaga, nuestra mirada se enturbia y los lugares de abajo que estamos llamados a frecuentar, terminan por sernos invisibles. - el "marido individualista" que nos ciega las fuentes de la alteridad, nos seduce con la facilidad de una vida trivial y distraída en la que no nos alcanzan el dolor de los otros, la gravedad de la presencia de Dios o el recuerdo peligroso de su Evangelio. - el "marido pseudoterapeuta" que impone el psicologismo como explicación última de todo, sospecha siempre de nuestros deseos, les niega sistemáticamente un origen trascendente y nos instala en un nivel de positivismo hermético: todo tiene una razón en el más acá de nuestra psyche y el resto son proyecciones ilusorias. Y con eso nos niega la posibilidad de que nuestra libertad sea estirada más allá de nosotros mismos. - el "marido secularista" que nos aleja del pozo, del encuentro profundo y de la experiencia mística, nos hace vivir solamente desde imperativos éticos, "seculariza" nuestro corazón y nos incapacita para expresar la experiencia espiritual. De ahí nace ese "despalabramiento" para lo sublime, ese pavor ante el misterio y el símbolo, esas liturgias fosilizadas y ese activismo apostólico donde no hay tiempo ni espacio para una oración jugosa, silenciosa, "ociosa" y constante. - el "marido espiritualista" que nos impulsa a seguir levantando santuarios y a escapar hacia los montes de nuevas sacralizaciones y restauracionismos con rasgos de new age vaporoso, sin relación con lo tangible de la vida real y cotidiana. - el "marido idolátrico" que nos hace dar culto a los medios y a los instrumentos, a las instituciones, los ritos y las leyes, haciendo cada vez más difícil esa adoración que el Padre busca de nosotros y que no tiene nada que ver con el "retorno" a lo religioso. - el "marido de los mil quehaceres" que esconde dentro el viejo dinamismo de buscar la justificación por las obras, nos configura como dadores más que como receptores y convierte los fracasos apostólicos o la vejez en verdaderos traumas, porque en esos momentos el trabajo pierde su pretensión de absoluto. 
Pero ella, que fue liberada de todas sus idolatrías, nos diría sobre todo: "- Sed pacientes con la lentitud de vuestros procesos a la hora de romper con esos maridos, estad seguros de que en cada una de vuestras vidas existe un pozo y el Maestro os está esperando sentado en su brocal. Confiaos a su poder de seducción, a su paciencia a la hora de perforar vuestras defensas, a su deseo de conduciros hasta lo profundo de vuestra vida, a sus fuentes interiores y secretas, porque Él sabe acompañar ese descenso sin impaciencia ni prisa. Cuando yo le escuché decir dos veces: “el agua que yo quiero dar”, supe que estaba habitado por el deseo violento de anegarnos a todos en su corriente.
No tengáis miedo de reconocer la sed que os habita, cambiad vuestra actitud de perpetuos "donantes" y sentíos caminantes con los que caminan y buscadores con los que buscan. 
Aprended a escuchar mejor y, en vez de predicar y dirigir tanto, haceos expertos en preguntar, dialogar y compartir con otros esa pobreza que nos iguala a todos. Porque sólo si tocáis vuestra sed podréis entrar en el juego que yo aprendí junto al pozo: el hombre sediento que me pidió agua resultó ser el que calmó la mía y eso me decidió después a hablar de él a los de mi pueblo. Y precisamente porque yo me sabía necesitada de salvación, podía anunciar a otros que me había encontrado con alguien que me había acogido sin juzgarme ni condenarme. Venid a celebrar conmigo junto al brocal del pozo que la propia pobreza reconocida y puesta en relación con Jesús, no es un obstáculo para recibir el don del agua viva, sino la mejor ocasión para acogerla y dejarla saltar hasta la Vida eterna.
Pero os lo aviso, estad prevenidos: Él os puede estar esperando en cualquier lugar, en cualquier mediodía de vuestra vida cotidiana, precisamente cuando andabais enredados en pequeñas preocupaciones, en rencillas mutuas o en rancias ortodoxias en torno a rúbricas o privilegios. Si os detenéis a escucharle, estáis perdidos para siempre: Él al principio os pedirá algo sencillo (“dame de beber”, “llama a tu marido”)... , pero al final, volveréis a vuestra casa sin agua, sin cántaro y con la sed, antes desconocida, de atraer hacia él a la ciudad entera. (Tomado de la conferencia ”Buscadores de pozos y caminos: dos iconos para una vida religiosa samaritana”. Congreso Mundial de Vida Consagrada, Roma, Noviembre 23-27, 2004). Si estos comentarios pueden ayudar a otro para despertar al guía interior, reenvialo  mencionando su fuente. www.kiai-ac.blogspot.com

domingo, 15 de mayo de 2011

Dar sin esperar nada a cambio.

La actitud del espíritu fluye naturalmente de una concentración profunda sobre la postura y la respiración.
Durante Zazen, (Meditación Zen); el cortex cerebral se reposa y el flujo consciente de pensamientos se detiene, mientras que la sangre afluye hacia las capas mas profundas del cerebro. Mejor irrigado, el cerebro se despierta de un semi-sueño y su actividad da impresión de bienestar, de calma y serenidad, próximas al sueño profundo, pero en plena vigilia. El sistema nervioso se relaja, el cerebro primitivo entra en actividad. Se es receptivo, se está atento, en el más alto grado, a través de todas las células del cuerpo. Se piensa con el cuerpo, inconscientemente, sin usar energía.
No se trata de querer detener los pensamientos, lo cuál sería todavía peor, sino de dejarlos pasar como nubes en el cielo, como reflejos en un espejo, sin oponerse a ellos, sin apegarse a ellos. De esta manera, las sombras pasan y se desvanecen. Y poco a poco, una vez que las imágenes del subconsciente han surgido y desaparecido, se llega al subconsciente profundo, sin pensamiento, mas allá de cualquier pensamiento, HISHIRYO, verdadera pureza. HISHIRYO es el estado de conciencia propio del Zen. SHIRYO es el pensamiento. FU SHIRYO es el no-pensamiento.HISHIRYO es el Pensamiento Absoluto, mas allá del pensamiento y del no-pensamiento. Mas allá de las dualidades, de las oposiciones, de los contrarios. Mas allá de todos los problemas de la conciencia personal. Es nuestra Naturaleza Original, o Naturaleza de Buda, o Inconsciente Cósmico. Cuando el intelecto se vacía y se vuelve sereno, apacible, nada puede detener la corriente de vida profunda, intuitiva, ilimitada que surge desde lo más profundo de nuestro ser y que es anterior a cualquier pensamiento. Este es el flujo eterno de la actividad del Todo.
El espíritu contiene todo el cosmos. La conciencia es más rápida que la luz. Sentado, sin meta, se puede comprender MUSHOTOKU e HISHIRYO, secretos de la esencia del Zen. Pero esta comprensión es diferente a la del sentido común o a la de intelecto. Es percepción directa.
Santa Teresa de Calcuta
(Dar sin esperar nada a cambio)
MUSHOTOKU es la filosofía del no-provecho, del no deseo de adquirir. Es el principio esencial del Zen. Dar sin esperar recibir nada a cambio. Abandonarlo todo sin miedo a perder. Volver la mirada hacia el interior. De la misma manera que en toda obra de arte, el artista debe saber darse enteramente sin
Dar sin esperar nada a cambio.
El camino para tu reencuentro con Dios.
ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza, para expresarse en una obra bella, pura, autentica, de la misma manera el discípulo obtendrá la Sabiduría si quiere conocerse, superarse, darse sin esperar alcanzar ningún provecho personal. Si lo abandonáis todo, lo obtendréis todo. HISHIRYO es la conciencia cósmica, y no la conciencia personal. Podemos experimentarla durante Zazen. Durante Zazen pensamos en nuestras ansiedades, en nuestra vida cotidiana, en nuestros amigos, en nuestras vacaciones, en todo los fenómenos que provienen de nuestra memoria, pero si nos concentramos profundamente sobre nuestra postura, sobre la respiración, podemos detener los pensamientos, podemos olvidarlo todo y armonizarnos con el pensamiento cósmico. El subconsciente surge así a la superficie, gracias a este abandono. Los pensamientos se alargan, se ensanchan profundamente y alcanzan la conciencia universal. Podemos llegar hasta el final de esta conciencia universal. Podemos llegar hasta el final de esta conciencia última, pero para ello no debemos trascender los pensamientos de nuestra autoconciencia. Este es el arte esencial del Zazen.
El Maestro Dogen escribió: "Pensad sin pensar. ¿Cómo se piensa sin pensar? Pensando desde
el fondo del no-pensamiento. Esta es la dimensión cósmica, HISHIRYO". Los sentidos de nuestra conciencia no pueden imaginarla. Las categorías no pueden definirla. La palabra no puede explicarla. Sólo podemos acceder a este estado a través de nuestra experiencia vivida. HISHIRYO es la armonía de las visiones objetivas y subjetivas, la ultima conciencia, más allá del espacio y del tiempo, la conciencia más excelente, global, universal, mas allá de todos los fenómenos, mas allá del pensamiento y del no-pensamiento.
Zazen es alcanzar la condición HISHIRYO. El abandono del ego es Satori. La Nada incluye el Todo. Una mano abierta puede recibirlo todo. Una botella vacía puede ser llenada. El cielo puro e infinito no es perturbado por el vuelo de las nubes blancas.
Corporación de estudios y artes orientales ZEN KITAIDO – Santiago - Chile. Si esta información puede servirle a otra persona como vos, reenvialo mencionando su fuente. www.kiai-ac.blogspot.com

domingo, 8 de mayo de 2011

Aceptado por lo que uno es.

La pregunta. Una de las más hondas necesidades del corazón humano es la de ser apreciado. Todo ser humano desea que lo valoren. No que todos queramos que los demás nos tengan por seres maravillosos. A lo mejor esto resulta la pura verdad, pero no es lo fundamental. Podríamos decir también que toda persona quiere ser amada pero también resulta algo ambiguo pues se da tanta variedad en los tipos de amor como en las especies de flores. Para algunos, el amor es, ante todo, apasionado; para otros, es más bien romántico; otros, en fin, lo consideran meramente sexual. Pero existe un amor mucho más profundo que podemos llamar amor de aceptación. Toda persona ansía vivamente que los demás la acepten y que la acepten verdaderamente por lo que ella es. Nada hay en la vida humana que tenga efectos duraderos y tan fatales como la experiencia de no ser aceptado plenamente. Cuando no se me acepta, algo queda roto dentro de mí. Un bebe no recibido con agrado está arruinado desde las raíces mismas de su ser. Un estudiante no aceptado por su profesor no llegará nunca a aprender. Una persona no aceptada por sus colegas de trabajo padecerá de úlceras y hará la vida imposible a los de su hogar. La historia de muchos presidiarios demuestra que la experiencia de no haberse sentido aceptados constituyó el motivo principal de sus extravíos. Una vida sin aceptación es una vida en la que deja de satisfacerse una de las necesidades más primordiales.Ser aceptado significa que las personas con quienes vivo me hacen sentir que valgo y soy digno de respeto. Son felices porque yo soy quien soy. Ser aceptado significa que me permiten ser como soy y que, aunque es verdad que todos tenemos que desarrollarnos, no me obligan a ello a la fuerza. ¡No tengo que pasar por quien no soy! Y tampoco me tienen fichado por lo que he sido en el pasado o por lo que ahora soy. Por el contrario me dejan campo libre para desplegar mi personalidad, para enmendar mis errores pasados y progresar. En cierto sentido podemos decir que la aceptación constituye un descubrimiento. Toda persona nace con un gran número de potencialidades, pero si estas no son estimuladas por el toque caluroso de la aceptación de los demás, permanecerán dormidas para siempre. La aceptación, pues, libera todo lo que hay dentro de mi. Sólo cuando soy amado, en ese sentido profundo de la plena aceptación, puedo llegar a ser yo mismo. El amor y la aceptación por los demás hacen posible que yo llegue a ser esa persona verdaderamente única e irrepetible que estoy llamado a ser. Cuando se estima a un hombre por lo que hace, no se le trata como un ser único, porque siempre podrá haber otro que pueda hacer su mismo trabajo o incluso hacerlo mejor. Pero cuando uno es amado por lo que uno es, sólo entonces se convierte en una persona única e insustituible. Queda claro, por consiguiente, que necesito de la aceptación de los demás para alcanzar la plenitud de mi personalidad. Cuando no soy aceptado, no soy nadie. No puedo alcanzar mi plenitud un hombre aceptado es un hombre feliz porque ha sido descubierto y podrá desarrollarse. Aceptar a otro no quiere decir que tenga que negar sus defectos ni tratar de encubrirlos. Tampoco significa que todo lo que él haga sea “genial” o “perfectamente hecho”. Todo lo contrario. Al negar los defectos de una persona estoy demostrando justamente que no la acepto. Dios me acepta tal como soy, - ¡tal como soy!- y no tal como debería ser.  Dios me conoce por mi propio nombre…y mi nombre soy yo. El mismo Dios garantiza que yo puedo ser quien soy. San Agustín dice: “un amigo es alguien que sabe todo de tí y, no obstante, te acepta”. Es el sueño de todos: ¡qué un día me encuentre con la persona con quien realmente pueda yo hablar; con la persona que me comprenda a mi ya las palabras que hablo; que me pueda escuchar y logre comprender aún lo que no puedo decir y que realmente me acepte como soy! Ahora bien, Dios me quiere con mis ideales y con mis fallas, con mis sacrificios y con mis alegrías, con mis éxitos y con mis fracasos. Dios es el fundamento más radical de mí ser entero. Una cosa es saberme aceptado, pero sentirlo vivamente es otra cosa completamente distinta. No basta haber palpado una sola vez el amor de Dios. Se necesita mucho más que eso para construir la vida sobre el amor de Dios. Hace falta mucho tiempo para llegar a creer que Dios me acepta tal como soy. Todavía no he llegado a la profundidad de su persona. Sólo cuando acepto a alguien totalmente y sin reservas puedo hacer frente a sus defectos.
La respuesta. Dios me acepta tal como soy -¡tal como soy!- y no tal como debería ser. Tillich define la fe como “el coraje de aceptar la aceptación”, refiriéndose a la aceptación nuestra por parte de Dios. Tal vez no nos demos cuenta de que la fe exige mucho coraje de nuestra parte. Quizá, incluso, la fe nos parezca algo muy fácil y suave. Pero, en realidad, el coraje es un requisito indispensable y es el valor, justamente lo que nos falta con demasiada frecuencia. ¿Por qué es tan indispensable tener coraje para aceptar la aceptación?
1.        En primer lugar, porque, cuando nos ocurre algún acontecimiento adverso, casi siempre nuestra primera reacción es la de quejarnos: “¿Cómo es posible que Dios permita tal cosa?” Ponemos en duda el amor de Dios. Hay que tener valor, pues, para creer en la aceptación de Dios, pase lo que pase. De esta forma, el acto de fe trasciende mi experiencia personal. La fe es, pues, una interpretación de la vida que yo acepto. 
2.       En segundo lugar, porque el amor de Dios es infinito. Jamás podemos agarrarlo, ni comprenderlo, ni mucho menos controlarlo. Lo único que podemos hacer es lanzarnos a su profundidad insondable, pero tenemos que lanzarnos así. Nos da miedo soltarnos. Even Stolpe, un sueco convertido, dice que tener fe significa subir a una escalera portátil muy alta y allí, en el escalón más alto, escuchar una voz que me dice “¡lánzate, que yo te agarraré!”. El que da el salto es el hombre de fe. Y hay que tener coraje para lanzarse.
3.       Por último, hay que un tercer motivo, que aunque parezca sutil no deja de ser verdadero. Resulta más o menos fácil creer en el amor de Dios en general, pero es muy difícil creer en el amor de Dios para conmigo, personalmente. ¿Por qué a mí? En realidad son poquísimas las personas capaz de aceptarse a sí mismas, capaces de aceptar la aceptación. Raras veces podemos encontrarnos con una persona capaz de enfrentar la pregunta “¿por qué a mí?” La autoaceptación no puede fundamentarse en mi propia persona, en mis propias aptitudes. Basar la aceptación de mi mismo en tal fundamento produciría un desastre. La autoaceptación es un acto de fe. Si Dios me ama, yo tengo que aceptarme a mí mismo. No puedo ser más exigente que el mismo Dios, ¿verdad? Peter Van Breemen Sj. Si este artículo te intereso, reenvialo mencionando su fuente. www.kiai-ac.blogspost.com