Artes de Entrenamiento...

- - - - - " En la actualidad Respuesta Existencial, es una propuesta de acompañamiento desde la logoterapia, en forma personalizada para descubrir tu sentido vital. La educación de la Conciencia, a través de la Acción, es un proceso que sostenemos para pequeños grupos, en ámbitos educativos, o laborales. En cada acción, ofrecemos una respuesta al mundo. Somos llamados a responder desde nuestra existencia. La práctica engendra el autoconocimiento y el desarrollo del liderazgo. Promovemos una sociedad sin espíritu de provecho, basada en la “Sabiduría de la no dualidad”....Armónica, ética, íntegra y comprometida con la comunidad global." - - - - -

domingo, 5 de agosto de 2012

Lograr la "Individualidad" en 3 pasos.

El Shodō (書道) que significa "El camino de la escritura" se considera un arte y una disciplina muy difícil de perfeccionar y se enseña como una materia más a los niños japoneses durante su educación primaria.
En el Shodō se practica la escritura de caracteres japoneses o alfabetos Hiragana (平仮名) usados para escribir fonéticamente las palabras comunes y el Katakana (片仮名), usado para palabras extranjeras o modernas y los caracteres Kanji (漢字) son en sí ideogramas, símbolos que representan una cosa o una idea, no son, por tanto, palabras en el sentido occidental
El camino de la escritura es una vía de introspección, se trata de una actividad cotidiana, aprender a escribir, convertida en arte, lo que conlleva necesariamente la implicación personal del calígrafo, la mirada hacia el interior para, posteriormente, realizar su obra. El pincel, flexible y adaptable, es la prolongación viva de uno mismo. El trazo fluido, natural, sin violencias y sin correcciones confiere al Shodō su peculiaridad principal: el trazo "imperfecto". Si es espontáneo posee un valor incalculable; si se corrigiera, la tinta al secarse delataría la enmienda haciendo inservible la obra.
La historia que narra Suien Wada*, nos inspira un paso más. ¿Qué hay detrás del Shodō? ...Durante la mitad de mi vida me he sustentado en dos “caminos” tradicionales japoneses que siempre me han guiado por el camino correcto. Me gustaría explicar cómo estos dos “caminos” o do, me han permitido mantener mi identidad japonesa incluso aunque viviera lejos de Japón. Uno es el Shodō y el otro es el Kendo (arte japonés de espada).
Nací en Osaka, Japón, y durante mi infancia allí fui bastante consciente no sólo de la importancia de escribir caracteres legibles en la escuela, sino también de cómo estos caracteres pueden escribirse bellamente. Debido a este conocimiento, fui estudiante del Maestro (shihan) Yamanaka Shuho desde la edad de seis años. Este tipo de conocimiento de la belleza parece haberse perdido y me he quedado muy sorprendida de que los occidentales no comparten mayormente este sentido de la belleza. En Japón, cada domingo por la mañana solía acudir a mi Maestro para aprender caligrafía básica durante dos o tres horas, y seguí este “camino” tradicional de aprendizaje hasta que tuve 29 años. La práctica de caligrafía con mi Maestro era escribir caracteres modestamente, siguiendo únicamente su modelo. Tener éxito consistía en escribir los caracteres exactamente como lo hacía el Maestro. Mi Maestro era un típico japonés de pocas palabras, por lo que no me explicaba los detalles o analizaba su técnica. Por tanto, yo solía mirar detenidamente su modelo, su movimiento de la mano y muñeca derechas, su movimiento del pincel y el ritmo de su escritura.Mirar” u “observar” era todo el método de aprendizaje, y la carga se situaba en el estudiante para aprehender la instrucción a través del ejemplo.
Ahora vivo en Canadá y tengo estudiantes de caligrafía. Un estudiante siempre dice que no puede hacer caligrafía sin entender su lógica, creyendo que el observar bien mi modelo no será suficiente. De esta manera me pide que le explique las cosas con palabras. Pero en cualquier lección, “observar” es realmente la mejor manera de recibir instrucción, y es mucho más probable que esto guíe hacia la inspiración que escuchar alguna razón para proceder de una cierta manera. De hecho, el mirar al maestro trabajando era siempre más apasionante. Ahora, déjame trasladarme a mi segundo do, que es el Kendo. Cuando estudiaba en el colegio, mi actividad habitual después del colegio era la práctica del Kendo. La disciplina en mi club era muy dura y severa, no sólo en términos de ejercicio físico, sino también respecto a las relaciones humanas entre los mayores (senpai) y los más jóvenes (kohai). En particular, éramos muy cuidadosos de utilizar el saludo y un lenguaje correcto con nuestros mayores. En aquella época, a través de mi Kendo, aprendí cortesía hacia los demás y severidad hacia mí misma. El lema de nuestro club de Kendo era “Shitsu jitsu goken”, que puede traducirse como “es importante enriquecerse mentalmente y estar robusto físicamente”. Ahora que me he convertido en una calígrafa profesional, escribo a menudo este lema como si fuese mío propio.
Shodō
Tanto mi abuelo como mi padre practicaban Kendo, aunque cuando mi padre era niño, el Kendo fue prohibido durante la ocupación norteamericana. Después de madurar, quedó fascinado por el libro de  Ōmori Sōgen  (1904-1994), que era un Gran Maestro del manejo de la espada (Jiki Shin Kage-ryu), y también un famoso calígrafo japonés. Mi padre comenzó un intercambio con este Gran Maestro, quien le ofreció como regalo de gratitud dos caligrafías. En uno de esos manuscritos  Ōmori Sōgen había escrito el carácter kosei (“individualidad”). Mirando su caligrafía, sentí algo diferente que cuando miraba la caligrafía que yo había aprendido. De hecho, tenía dificultades para entender por qué había escogido estas palabras en concreto. En aquel momento, pensé que miraba el mundo a través de ojos filosóficos debido a su Kendo, permitiéndole alcanzar su santuario y realizar su caligrafía.
Ōmori Sōgen
Cuando dejé Japón, tuve un problema. Había dejado a mi Maestro en Japón, por lo que tenía que escribir sin su modelo. Encontrar mi propio enfoque personal, individual, y lo que había recibido tras estudiar sólo me proporcionaba la base. Después de cuatro años como calígrafa profesional, empecé a dominar mi propio estilo.Vertí mi alma en esta armonización. Poniendo todos mis otros pensamientos fuera de mi mente, pude conseguir un estado de perfecta auto-negación. Si esperaba lograr demasiado, no podría conseguir dicho estado. Con esta comprensión, empecé a entender los caracteres kosei de la caligrafía que Ōmori Sōgen había escrito para mi padre. Mi interpretación personal del significado del carácter “individualidad” fue “ser yo misma”.
A veces visito un dojo y también asisto a torneos de karate en Canadá. Los occidentales trabajan muy duro, y me sorprende que dominen las habilidades en periodos tan cortos. Pueden conseguir física y técnicamente el mismo nivel que los japoneses en un plazo relativamente rápido. El siguiente paso que no se domina tan rápido es el ejercicio mental. Como mencioné anteriormente, un arte marcial no es sólo un deporte físico, sino que también tiene un aspecto sagrado y conectado con el “Zen”, un estado religioso. En un dojo la práctica de seiza (sentado sobre los talones), meditando con los ojos cerrados, y cuestionándose uno mismo, es indispensable en el entrenamiento de las artes marciales.Para ser un gran artista marcial, la madurez humana es el aspecto principal a evaluar.
Un lema aplicable a la artes marciales es shu-ha-ri. Este proverbio proviene de la ceremonia japonesa del té. Shu se traduce a menudo como “obedecer a tu maestro” o “imitar a tu maestro”. Es un periodo de aprendizaje elemental. Ha significa “romper”, o “romper con la tradición”, i.e. encontrar tu propio estilo, o individualidad o nuestra mágica forma de expresar nuestro "Ser". Ri significa “dejar” a tu profesor y avanzar hacia tu propio estado, estilo, y camino. Lo más importante es encontrar a un buen maestro y completar el nivel shu, el resto es la vida y su práctica...*

*Ōmori Sōgen Roshi es considerado uno de los más grandes maestros zen del siglo 20. Era un sucesor directo en la línea de Tenryuji de Rinzai Zen, un sucesor en la escuela de la caligrafía de Taishi Yamaoka Tesshu, y un maestro de esgrima Jikishinkage Ryu.
Ōmori Sōgen
Después de convertirse en sacerdote en 1946, enseñó Zen Roshi Omori hace más de 40 años, sirviendo como presidente de la Universidad de Hanazono (la universidad Rinzai en Japón), escribió más de 20 libros y fue fundador del monasterio Seitaiji en Japón.
Debido a sus antecedentes como un maestro de la espada y la caligrafía, su estilo de puntos de vista de entrenamiento Zen integrados de estas disciplinas con la práctica tradicional: se puede resumir como la unidad de Zen, Ken y Sho - literalmente, el Zen (espiritualidad), la Espada (artes marciales o físicas cultura) y el pincel (bellas artes). Esta forma de capacitación, único por su aspectos integrados de espíritu, cuerpo, y corazón.
Fuente. Revista de Artes Marciales Asiáticas ◊ Volumen 3 Número 4 (62-65) - 2008 (por el testimonio de ... *Suien Wada, adaptado al blog)



*Shuhari se podría traducir como "aprenden por primera vez, separar a continuación, y por fin trascender."

  • Shu ( 守? ) "proteger", "obedecer" - la sabiduría tradicional - los fundamentos de aprendizaje, técnicas heurísticas , proverbios.
  • Ha( 破? ) "separar", "digresión" - rompiendo con la tradición - el desprendimiento de las ilusiones de uno mismo.
  • Ri ( 离? ) "salir", "independiente" - la trascendencia - no existen técnicas o proverbios, todos los movimientos son naturales, convirtiéndose en uno con el espíritu solo, sin aferrarse a las formas, que trasciende lo físico.