Artes de Entrenamiento...

- - - - - " En la actualidad Respuesta Existencial, es una propuesta de acompañamiento desde la logoterapia, en forma personalizada para descubrir tu sentido vital. La educación de la Conciencia, a través de la Acción, es un proceso que sostenemos para pequeños grupos, en ámbitos educativos, o laborales. En cada acción, ofrecemos una respuesta al mundo. Somos llamados a responder desde nuestra existencia. La práctica engendra el autoconocimiento y el desarrollo del liderazgo. Promovemos una sociedad sin espíritu de provecho, basada en la “Sabiduría de la no dualidad”....Armónica, ética, íntegra y comprometida con la comunidad global." - - - - -

domingo, 30 de diciembre de 2012

La filarmónica de la fe.

A modo de reflexión y finalizando el 2012, me pareció oportuno dejar estos ejemplos biblicos sobre la fe y la caridad. A lo largo de este año que termina, es decisivo volver a recorrer la historia de la fe, que contempla el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado. Mientras lo primero pone de relieve la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades a través del testimonio de su vida, lo segundo debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión. En este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesús, «que inició y completa nuestra fe»: en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. En él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos 2000 años de nuestra historia.
Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega. Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad. Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario. Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón, los transmitió a los Doce.
Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro. Creyeron en las palabras con las que anunciaba el Reino, que está presente y se realiza en su persona . Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con sus enseñanzas. Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura y, sin temor alguno.
Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos. Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había trasformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores.
Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez evangélica la obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor de la justicia, para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos. Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, han confesado a lo largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio.: en la familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban. En definitiva OBRAS, OBRAS, OBRAS!

Este año, que se nos va ¿que significó esta fe en nosotros? ¿Estuvo como decía San Pablo en la oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad?. 
San Pablo
San Pablo nos recuerda: «Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de ellas es la caridad». Con palabras aún más fuertes, el apóstol Santiago dice: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos de alimento diario y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos”, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no se tienen obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá: "Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe”».«Si alguno posee bienes de este mundo y, viendo que su hermano padece necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor a Dios?».San Pablo, por su parte, subraya: «No consiste el Reino de Dios en hablar sino en hacer». Las obras dan la medida de la autenticidad de la vida del hombre, poniendo en evidencia si su fe y su caridad son verdaderas: «Así como del movimiento del cuerpo conocemos su vida, así también conocemos la vida de la fe por las buenas obras.
Porque la vida del cuerpo es el alma, por la cual se mueve y siente, y la vida de la fe, la caridad (...). Por lo que, resfriándose la caridad, muere la fe, así como muere el cuerpo apartándose de él el alma» (S. Bernardo, In Octava Paschae, Sermo 2,1).
Como ustedes saben en la Argentina, tanto como en Paraguay, ante tanta pobreza, hay seres increíbles que mueven su fe y las convierten en obras. Este vídeo es el ejemplo más concreto del "hacer".

Si esta información te sirvió, sería bueno que lo reenvíes a quien lo necesite. Manos a la obra!
Este material es en parte extraido de la Convocatoria de Benedicto XVI, al año de la fe, de: http://bibliadenavarra.blogspot.com.ar y de Olga Augent (IEA); quien nos enviara este magnífico material.

martes, 25 de diciembre de 2012

No todos los árboles son verdes.

Durante su trabajo en el Counseling Center de la Universidad de Chicago Carl Rogers tuvo la oportunidad de trabajar con personas afectadas por una amplia variedad de problemas personales: el estudiante preocupado por su posible fracaso académico; el ama de casa atribulada por dificultades matrimoniales; el individuo que se siente al borde del derrumbe o de la psicosis; el profesional responsable que dedica gran parte de su tiempo a fantasías sexuales y se desempeña mal en su trabajo; el estudiante brillante, el mejor de su promoción, paralizado por la convicción de que es un inadaptado sin esperanzas ni ayuda posible; el padre desesperado por el comportamiento de su hijo; la jovencita que, a pesar de su constante éxito, sufre frecuentes accesos de depresión; la mujer que teme que la vida y el amor pasen a su lado y sigan de largo, y que sus logros profesionales no sean sino una mísera recompensa; el hombre convencido de que es víctima de un complot urdido contra él por fuerzas poderosas o siniestras. 
Rogers a partir de sus exhaustivos trabajos y estudios llega a la conclusión de que tal vez solo exista un único problema. La experiencia de muchos clientes en la relación terapéutica parecen plantear una única y misma pregunta. En el fondo, todos se preguntan:...
"¿Quién soy yo realmente?" "¿Cómo puedo entrar en contacto con este sí mismo real que subyace a mi conducta superficial
Detrás de la máscara. Aparentemente, el objetivo más deseable para el individuo, la meta que persigue a sabiendas o inconscientemente, es llegar a ser él mismo. Cuando una persona llega a la terapia, atribulada por su peculiar combinación de dificultades, es sumamente útil crear una relación en la que se sienta segura y libre. ¿Cómo emplea el cliente esta libertad?...Comienza a abandonar las falsas fachadas, máscaras o roles con que ha encarado la vida hasta ese momento.
En este intento de descubrir su auténtico sí mismo, el cliente habitualmente emplea la relación para explorar y examinar los diversos aspectos de su propia experiencia y para reconocer y enfrentar las profundas contradicciones que a menudo descubre. Entonces aprende que en gran medida su conducta y los sentimientos que experimenta son irreales y no se originan en las verdaderas reacciones de su organismo, sino que son sólo una fachada, una apariencia tras la cual trata de ocultarse. Descubre que una gran parte de su vida se orienta "por lo que él cree que debería ser y no por lo que es en realidad". 
A menudo advierte que sólo existe como respuesta a exigencias ajenas, y que no parece poseer un sí mismo propio; descubre que trata de pensar, sentir y comportarse de la manera en que los demás creen que debe hacerlo.
En relación con este problema, el filósofo dinamarqués Sören Kierkegaard describió, , el dilema del individuo, haciendo gala de un perspicaz insight psicológico. Este autor señala que, por lo general, la causa de la desesperación reside en no elegir ni desear ser uno mismo y que la forma más profunda de desesperación es la del individuo que ha elegido “ser alguien diferente de sí mismo”. Por otro lado, “en el extremo opuesto a la desesperación se encuentra el desear ser el sí mismo que uno realmente es”; en esta elección radica la responsabilidad más profunda del hombre.
Estos clientes se embarcan en el aterrador trabajo de explorar los sentimientos turbulentos y sin embargo, el individuo avanza hacia ese objetivo cuando tiene libertad de pensar, sentir y ser.

“¿Pero qué tipo de persona llega a ser el individuo? 
No basta con decir que abandona las fachadas. 
¿Qué clase de persona surgirá?” 

Según Carl Rogers, podemos decir que las siguientes 3 características representan a la de una persona que se convierte en lo que es.
1. La apertura a la experiencia. En primer término, diré que en este proceso el individuo se abre a su experiencia. en el extremo opuesto a una actitud de defensa. La investigación psicológica ha demostrado que si los datos sensoriales se oponen a la imagen del sí mismo, se distorsionan; en otras palabras, no podemos asimilar toda la información que nos brindan nuestros sentidos, sino sólo la que corresponde a nuestra imagen. Ahora bien, en una relación como la que he descripto, esta actitud rígida o defensiva tiende a ser reemplazada por una mayor aceptación de la experiencia. El individuo se vuelve más abiertamente consciente de sus propios sentimientos y actitudes, tal como existen en él en el nivel orgánico. También advierte con mayor facilidad las realidades externas, en lugar de percibirlas según categorías preconcebidas. Ve que no todos los árboles son verdes, ni todos los padres severos y descubre que no todas las mujeres lo rechazan ni todas las experiencias fracasadas le demuestran su inutilidad. En una situación nueva es capaz de aceptar los hechos tal como son y no los distorsiona con el objeto de que se ajusten al modelo que le sirve de guía. Como es de esperar, esta capacidad de abrirse a la experiencia lo vuelve más realista en su actitud frente a la gente y a las situaciones y problemas nuevos. Ello significa que sus creencias pierden su anterior rigidez, y que puede tolerar la ambigüedad y soportar gran cantidad de pruebas contradictorias, sin verse obligado a poner fin a la situación. Pienso que esta apertura a la percepción de lo que existe en este momento en uno mismo y en la realidad es un elemento importante en la descripción de la persona que emerge de la terapia.
2. La confianza en el propio organismo. 
Las personas que han recibido un tratamiento terapéutico exitoso presentan una segunda característica que resulta difícil describir. Al parecer, el individuo descubre paulatinamente que su propio organismo merece confianza, que es un instrumento adecuado para hallar la conducta más satisfactoria en cada situación inmediata. Puesto que quizás esta segunda característica parezca extraña, trataré de explicarla mejor. Tal vez la descripción resultará más clara si pensamos en el individuo que enfrenta una disyuntiva existencial: “¿Voy a visitar a mi familia durante las vacaciones o veraneo solo?”; ¿Acepto esta tercera copa que me ofrecen?”; “¿Es ésta la persona con quien me gustaría compartir mi amor y mi vida?”
¿Qué me dice mi cuerpo?
En tales situaciones, ¿qué ocurre con la persona que ha experimentado un proceso terapéutico? En la medida en que esa persona puede captar toda su experiencia, tiene acceso a todos los datos relacionados con la situación y puede utilizarlos como base para su conducta. Conoce sus propios sentimientos e impulsos, a menudos complejos y contradictorios y es capaz de percibir las exigencias sociales, desde las “leyes” sociales relativamente rígidas hasta los deseos de sus amigos y su familia. Puede evocar situaciones anteriores similares y recordar las consecuencias de las diferentes conductas adoptadas en esas situaciones. Posee una percepción relativamente correcta de esta situación externa en toda su complejidad, Con la ayuda de su pensamiento consciente, puede permitir a su organismo considerar, evaluar y equilibrar cada estímulo, necesidad y demanda y sopesar su gravitación e intensidad relativas. Sobre la base de estas complejas consideraciones, es capaz de descubrir la elección que más se aproxima a la satisfacción de todas sus necesidades mediatas e inmediatas en esa situación.
Puede ser útil advertir que en la mayoría de nosotros, los problemas que interfieren en esta consideración residen en el hecho de que incluimos elementos que no forman parte de nuestra experiencia y excluimos otros que efectivamente la integran. De esta manera, un individuo puede pensar que es capaz de controlarse en relación con la bebida, a pesar de que una apertura a su pasado le indicaría su error, o bien una joven puede ver sólo las cualidades positivas de su futura pareja, cuando la apertura total a la experiencia le indicaría que él tiene también defectos.
Por lo general, cuando un cliente se abre hacia su experiencia, descubre que su organismo es digno de confianza y siente menos temor hacia sus ‘propias reacciones emocionales. Paulatinamente aumentan la confianza y aún el afecto que le despiertan la variedad de sentimientos y tendencias que en él existen. La conciencia deja de controlar un conjunto de sentimientos peligrosos e imprevisibles y se convierte en adecuado albergue de un cúmulo de impulsos, sentimientos y pensamientos que se auto gobiernan de manera satisfactoria, en ausencia del severo control hasta entonces ejercido.
3. Un foco interno de evaluación. 
Otra tendencia que se manifiesta en el proceso de convertirse en una persona se relaciona con la fuente o centro de las relaciones y decisiones o de los juicios de valor. El individuo llega progresivamente a sentir que este foco de evaluación se encuentra en él mismo. Cada vez acude menos a los demás en busca de aprobación o reprobación, de pautas por las cuales regir su vida, de decisiones y elecciones. Reconoce que en él reside la facultad de elegir, y que la única pregunta importante es: “¿Estoy viviendo de una manera que me satisface plenamente y que me expresa tal como soy?” Quizás ésta sea la pregunta más importante que se pueda plantear el individuo creativo!!
Reconocer que “yo soy el que elige” y que “yo soy el que determina el valor que una experiencia tiene para mí”, es algo que enriquece pero también atemoriza. 
- Foto de Antonio Villa - 
El río que fluye...
Una última característica global de esas personas que luchan por descubrirse y llegar a ser ellas mismas. Se trata de que el individuo parece más satisfecho de convertirse en "un proceso" que en "un producto".
Cuando inicia la relación terapéutica es habitual que el cliente desee lograr un objetivo determinado: quiere solucionar sus problemas, ser eficiente en su trabajo o solucionar sus dificultades matrimoniales, En la libertad de la relación terapéutica, tiende a abandonar esos objetivos; acepta con más satisfacción el hecho de no ser una entidad estática, sino un proceso de transformación. 
"Uno se ve en acción; parece saber hacia dónde se dirige aunque no siempre sabe conscientemente cuál es su meta" Estas palabras expresan la confianza en el propio organismo y en el descubrimiento de sí mismo como proceso. Describen, en términos personales, la captación de uno mismo como flujo de llegar a ser y no como un producto acabado.
Ello significa que una persona es un proceso en transformación, no una entidad fija y estática; un río que fluye, no un bloque de materia sólida; una constelación de potencialidades en permanente cambio, no un conjunto definido de rasgos o características.
He aquí otra aserción que también alude a ese elemento de fluidez o vivir existencial: “Todo este conjunto de experiencias y los significados que hasta ahora he descubierto en él, parecen haberme lanzado a un proceso que me fascina, pero que a veces me atemoriza un poco."
Significa que me dejo llevar por mis experiencias, en una dirección que parece ser hacia adelante, hacia objetivos que apenas puedo discernir, mientras intento comprender al menos el sentido de esa experiencia. Tengo la sensación de flotar en la compleja corriente de la experiencia y tengo la posibilidad fascinante de intentar comprender su complejidad siempre cambiante y aceptar esto como parte de mi desarrollo y mi felicidad.” 
Adaptado de "El proceso de convertirse en personal", Carl Rogers. Fotos web, y agradecimiento  especial a http://bitacoradeviaje.antoniodevilla.com. Si este artículo puede ayudar a otro, no dejes de copiar su contenido y difunde su conocimiento. Una nueva era de información global ha comenzado en el 2012 - Feliz Navidad.