Maximiliano era sacerdote. De la orden de los frailes menores conventuales. Clérigo franciscano que, a partir de experiencias personales con manifestaciones de la Virgen, se convirtió en un gran propagador de la devoción al Inmaculado Corazón de María.
Un joven inquieto, entusiasta, se doctoró en Filosofía y en Teología, misionero en Japón y en otros lugares, editor de ocho revistas católicas, pastor.
La Segunda Guerra lo sorprende en Polonia y es apresado junto a todos sus colaboradores (había fundado una radiodifusora y dirigía la revista El Caballero de la Inmaculada), siendo llevado a Auscwitz bajo el número de prisionero 16.670
Un día, uno de los prisioneros escapó de Auschwitz y cuando los carceleros descubrieron la fuga, decidieron vengarla ejecutando diez prisioneros en señal de escarmiento.
Uno de los elegidos fue el sargento Franciszek Gajowniczek quien, al ser señalado, llegó a musitar “Pobre esposa mía, pobres mis hijos”. Maximiliano lo escuchó y decidió ofrecerse en reemplazo del sargento elegido. “Soy un sacerdote católico, polaco y viejo. Quiero ocupar su puesto, dado que él tiene esposa e hijos”. El oficial se irritó inicialmente pero finalmente aceptó. Maximiliano tenía 47 años y estaba enfermo de tuberculosis. Fue recluido con otros nueve prisioneros en una celda subterránea, condenados a morir de hambre, en ayuno obligado.
Después de casi tres semanas, Maximiliano y tres prisioneros permanecían con vida. Como necesitaban la celda para otros castigos, decidieron terminar con la condena y asesinarlos inyectándoles fenol, siendo el último en fallecer (ante la sorpresa de los asesinos) Todos los días de cautiverio, Maximiliano celebró la santa misa, asistiendo espiritualmente a los prisioneros. Cuando al final de la guerra, Nagasaki fue destruida totalmente con la bomba atómica, todos los empleados en la imprenta que había fundado Maximiliano murieron inmediatamente, pero el edificio de la imprenta, quedó increíblemente incólume.
En 1971, SS paulo VI lo declaró Beato, y a la ceremonia asistió Franciszek Gajowniczek con su familia. Tenía 70 años de edad y una vida de agradecimiento a quien dio su vida por él. En 1982, SS Juan Pablo II lo canonizó.
Maximiliano es un hombre ordinario asumiendo actitudes extraordinarias ante la vida. De allí el valor testimonial de su historia. Es uno más, un hombre común y corriente, superando su circunstancia y entregándose a la Vida.
Maximiliano es un hombre ordinario asumiendo actitudes extraordinarias ante la vida. De allí el valor testimonial de su historia. Es uno más, un hombre común y corriente, superando su circunstancia y entregándose a la Vida.
Para Viktor frankl, que convivió en aquellos años y en ese lugar, (también cautivo de los alemanes), nos describe al hombre, que preso en una situación desesperada y siendo víctima indefensa, enfrentándose a un destino que no puede cambiar, aún así, puede voltear su dilema hacia el éxito y la realización, a nivel humano. Y en la elección de como morir, también el hombre decide. Decide darle un sentido autotrascendente a su muerte salvando a ese hombre y a esa familia. La libertad de elección del hombre se refiere a la libertad no únicamente de la forma de vivir de cada uno, sino incluso de la forma de morir.
(El hombre en busca del sentido último, Editorial Paidós).
San Maximiliano Kolbe es reconocido como uno de los mártires del siglo XX, protector de los comunicadores católicos y los misioneros. En su último viaje a Auscwitz, SS Francisco visitó la “celda del hambre” donde vivió su martirio Maximiliano Kolbe. Oró en silencio. Acompañemos a Francisco y oremos recordando el triunfo de la humanidad sobre la barbarie, la Vida sobre la muerte, el amor sobre el odio, la verdad sobre la locura. San Maximiliano Kolbe, así como tu sacrificio liberó a Franciszek de la muerte, que tu martirio nos libere a nosotros de la indiferencia y el desamor. Así sea.
Quizá esta nota sirva a alguien que la está necesitando, piensa en alguien y reenvíala.