Cuando alguien presenciaba su realización de la ceremonia del té, su espíritu era conducido a un estado espiritual de serenidad. Pero ocurrió que un día, al atravesar un puente de madera sobre un río, el maestro se cruzó con un ronín - un samurái que no responde a ningún señor, a ningún shogún.- El ronín le atropelló con una posición altanera y, no contento con eso, le desafío en un duelo e muerte por haberse entrometido en su camino. Este tipo de reto no puede ser rechazado porque supone la perdida total del honor, de manera que el maestro del té se vio obligado a concertar una cita para un duelo a muerte con un samurái, en tan solo dos días! En ese tiempo tenía que instruirse en el arte de la katana para enfrentarse a su oponente. Sin perder su centrado temple de ánimo, pensó que lo único que podía hacer era entrenarse lo más posible para la situación que la vida le ponía por delante, sabiendo que era seguro que moriría en el intento.
Pero, antes y con la mejor disposición acudió a los principales samuráis de le región y todos sin excepción le dijeren que era imposible aprender siquiera una milésima porción del arte del samurái en tan poco tiempo, y lo rechazaron. El maestro del té no se sintió, sin embargo, desanimado, porque toda su vida había puesto en la práctica el principio de no lamentarse por nada del destino, de no preocuparse sino de ocuparse, de manera que siguió ocupándose en tratar de conseguir el instructor que necesitaba. Se encontró finalmente con un samurái muy conocido por su destreza, que lo escucho atentamente y le dijo: "Tu conoces la actitud de shizentai por tu maestría en la ceremonia del té. Yo no tengo nada que enseñarte más que la posición correcta de sostener la katana. Cuando te enfrentes en el duelo, simplemente ponte en guardia y asume internamente la misma disposición que tienes en tu arte". Y después de estas palabras le mostró la postura correcta para sostener la katana y lo dejo librado a su destino. Llegado el momento fatal, el ronín acudió puntualmente a la cita de manera arrogante y con aires de superioridad, seguro de conseguir la oportunidad de un acto sanguinario, y el maestro del té lo recibió con cortesía y amabilidad. Cuando se dispusieron a enfrentarse, el maestro tomo la katana con firmeza y serenidad, se puso en guardia mientras interiormente evocaba el espíritu de la ceremonia del té. Así transcurrieron unos minutos, ambos conservaron la guardia y ninguno produjo ni un pequeño movimiento, hasta que el ronín envaino su katana. Se dio media vuelta y se fue. Como guerrero experimentado, había percibido que el Ser compacto del maestro del té no presentaba ninguna fisura, ningún punto por el que le pudiera entrar. La actitud física es reflejo de la interior, y un ser humano sin contradicciones, cuya vida estuvo dedicada a la Unidad, se presenta integro e invencible.
La actitud que denominamos shizentai se manifiesta ante todo en la disposición relajada del cuerpo que realiza el movimiento natural y preciso para obrar, sin esfuerzo desmedido pero sin dejadez. El cuerpo humano representa una de las realizaciones mas perfectas de la inteligencia divina. (,..del Guerrero Espiritual).